jueves, 28 de febrero de 2008

por Adalí

Image by Antonia Braun


Lunes

Es indignante o es estúpido pero no puedo digerirlo. Lo huyo, lo rehúso, me voy porque no lo tolero…no lo acepto. Esa mirada, esa actitud que no obedece a nada, que es antipática, estéril…me embrutece, me altera. Hace que sienta dolor por lo desagradable de las ideas que me vienen a la mente. Estoy cansada de verlo, de oírlo y de escucharlo.
Quiero salir de la habitación y rodearme de sueño, de placidez y de gozo. Olvidar esos gestos, esos movimientos. Me retuerzo por dentro, me revuelvo, no me reconozco…no quiero verme así. Gritaría, estallaría, rompería todo y me iría…Así acabaría, pero me retengo, me aguanto y me encierro. Intento olvidarlo, quiero desvanecerme en lo blanco de la luz del sol en la suavidad del calor y no pensar. Será un placer. Será un bonito sueño el que me saque una vez más de esta situación como el mejor de los remedios, el más indoloro fácil y maravilloso de los sueños. Así estar, así volar y transportarme, elevarme del presente hacia lugares más tiernos y acogedores.


Martes

Quiero verme bailando entre mariposas con limones sonriendo desde las ramas y las hojas acariciando el cielo. Lento, lento. Dormida, acurrucada en el luminoso río dorado me elevo y rozo las nubes. Esponjoso y dulce es el sabor de la tierra, me gusta la luz de los bosques. Amarillo. Estelas de luz que se mezclan con brisas cálidas ondulándose, color…naranja. Me mojo, empapada de rocío, saltando y gritando siento el aire entre mis brazos, destellos de mar y sabor dulce de caramelo. Cielos y estrellas con caras conocidas amorosas y simpáticas que sonríen, danzan a mi alrededor. Me pierdo en todo ello a bocajarro sin pausa con ritmo natural y siento el amor, el cielo, el olvido. Atravesada por la belleza ya soy una fresa o un hada…extiendo los brazos y giro mi cuerpo, meneo mis pies, la cabeza no existe más. Poseída, repleta de cielo y amor. Vuelo y soy así.


Miércoles

Vivo en un edificio que no es el mío, es grande. Lo recorro, andando subo las escaleras de una planta a otra y me quedo en el rellano escuchando. Algo me inquieta, intento escuchar a través de una puerta dónde hay un grupo de gente joven. No sé qué pasa, pero sé que yo tengo un problema con ellos. Debíamos salir, llevarlos a algún lugar y lo más importante era la presencia prometida de una persona que no va a estar. Estoy terriblemente preocupada. Ya estamos juntos en un autobús y alguien sabe de mi angustia y me ayuda….”Diremos que otro se haga pasar por la persona ausente. Solucionado. ¡Qué más da, que no sea él de verdad…nadie le conoce!” Me relajo.
Estamos en un bar, es domingo por la tarde.
Salgo y me cuelo en otro universo. Estoy con una antigua compañera de trabajo, era la jefa de recursos humanos y me he llevado a mi mejor amiga. Supuestamente quiero mostrar a mi amiga en qué consiste mi trabajo, cúal es mi responsabilidad. Estamos en las afueras de la ciudad, en una planta industrial, sólo estamos nosotras, sin casco ni protección. Paseo por el engranaje temerosa sin saber porqué, es como si estuviese en el interior de una máquina de coser eléctrica. Yo ocupo el lugar de la tela y por encima está la aguja y otras máquinas pesadas…cómo si alguien diese de pronto el pedal y empezasen a unirse los engranajes de arriba con los de abajo, yo estoy en medio. Las plataformas de arriba y las de abajo se mueven, se oyen…estoy en peligro. Empiezo a correr, empieza a caerme aceite por todos los lados y ¡zas! Los mecanismos se cierran y casi me aplastan… Pero no, solo ha sido un susto sólo tengo agujereada la camiseta. Más aceite. Huyo, salgo. Ha sido una pesadilla.

Jueves

Una escalera sube al cielo y se queda mirando el azul. Te veo a ti, miro tu sonrisa, miro tus ojos hundidos que me recuerdan tu humanidad. Esas palabras que escribiste y que yo puse en mi boca para ti cómo mi homenaje particular a tu ser más íntimo pocos días antes de que nos privasen para siempre de tu presencia. Querido Ángel, te echo de menos. Te tengo en mis sueños, en mis recuerdos y rememoro tus silencios tan largos…infinitos, tan oscuros pero también tan firmes, tan serenos; con tanto aplomo. Todos a tu alrededor mudos de emoción, qué difícil…con la amenaza de la muerte tan temprana, tan cerca. A nuestro lado. Nunca jamás pensé tanto en ti cómo ahora, que ya no estás, Jamás tu energía, tu corazón y tu mirada me llegó tan hondo. Entereza. Respeto. Dignidad. Figura. No me quedé vacía sino mucho más llena de ti. Ojalá yo pudiese transmitirte parte de lo que sentía en mi corazón. Hasta siempre, hasta ahora,…estás en mi, en muchos de nosotros. No te has ido, querido Ángel.

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